Está anocheciendo en el parking. Vas cargando la compra de los próximos 3 días. Vienes del gimnasio. Vas a llegar a casa, a ducharte, a scrollear y a dormir para mañana trabajar y hacer exactamente lo mismo. La vida son los breves momentos que tienes por las tardes, donde te debates si ir al gimnasio o descansar en casa pegada a una pantalla. Justo cuando tus manos tocan el picaporte del coche, la ves. Una flor. Una flor radiante creciendo en el parking. Una flor sensual y extraña. Un vapor dulce te envuelve. Casi podrías masticarlo y hacerte un chicle con él.
Está cubierta de miel o algún tipo de néctar pegajoso que llena el negro asfalto. Miel y asfalto. Te agachas junto a ella, como hechizada, y le tocas el tallo, pringándote toda la mano de su miel. Tocas el asfalto; pequeños trozos se te quedan pegados.
El asfalto sigue siendo negro, pero está cubierto de miel.